Me agarró por la espalda. Rodeó mi cintura e impidió que me
girara. Parecía tener planeado todo lo que iba a ocurrir, como si de una película se tratase. Se inclinó sobre mí e inhaló mi perfume. Yo el suyo ya lo había
notado hace tiempo. Me encantaba pero no debía decírselo. Se estaba acercando
demasiado a mi cuello. Lo bordeaba. Lo tocaba suavemente con los dedos; hasta que
me produjo un escalofrío. Soltó una leve carcajada. Dejé de pensar y me centré
en qué buscaba. Me mordió el cuello. Mi punto débil. Comenzaba a ruborizarme y
eso al parecer le excitaba. Me di la vuelta de inmediato. Le empotré contra la
pared y coloqué mi cara a dos milímetros de la suya. Estaba sonriendo. Se
estaba acercando. Me separé. El juego había comenzado. Ataqué a su cuello de inmediato.
Fuera camiseta. Su torso al descubierto. Perfectamente alineado. Entre mis manos. Una cintura diez. Me
intentó sujetar pero no pudo. Salté encima de él, como si de una niña traviesa
se tratara. Comenzaba a volverse loco. Comenzaba a volverme loca. Perdimos el control.